jueves, 26 de noviembre de 2015

Mundo millonario


Una diferencia sustancial entre ricos y pobres es el tiempo. Mientras los que menos tienen van por la vida vendiendo sus horas como si se tratase de mercadería barata, los ricos compran tiempo. Hace meses atrás la publicidad de una conocida entidad bancaria decía: “el tiempo vale más que el dinero”. No mucha gente lo entiende. Y es que en unos cuantos minutos usted puede cerrar una operación de millones, en cambio, no existe cifra alguna que pueda agregar minutos a su vida. Tal es su dimensión que, incluso, el propio Benjamín Franklin lo expresó mejor que nadie: “Prefiero perder dinero, antes que tiempo.” 
No es solo lo que usted hace con su tiempo, sino el modo en que su día pasa de ser un día normal de 24 horas, a ser uno de 500 horas. Es posible. Un conocido amigo lo expresa del siguiente modo: “Sumando el esfuerzo de la gente que trabaja conmigo, mi jornada laboral es de mil horas al día. Mis tiendas cierran, pero mi cuenta bancaria nunca. Yo gano dinero, incluso, mientras duermo.”
De eso le hablo. De saber utilizar el tiempo, de sacarle el mejor partido a las horas y de que, si usted es empleado, reflexione: no se hará rico vendiendo su tiempo. Por el contrario, los vendedores de tiempo se hacen cada vez más pobres. En otras palabras, no hay millonario que marque tarjeta. 

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